lunes, 11 de mayo de 2009

CRONICA DE UNA NOCHE ANUNCIADA

Aquel callejón entre la provincia, y nuestro  ex presidente de la corte suprema, Don Figueroa, empujaba unas columnas romanas fuera de la minifalda roja abriendo camino en el tumulto de zombis que anhelaban entrar en la gloria de los excesos.  Ahí adentro se concentraban los raros peinados locos,  regodeándose en un zoológico de mentes liberadas del radar familiar, apresadas por la prisión de la moda y los delirios de fama.

El ganado se junta en las primeras horas de la madrugada, me contaba un ilustrado en esta materia, regulados por un burro de orejas grandes que no ve ni oye, bajo la consigna de obtener un ticket al neo paraíso. “Es con invitación”, decía el burro a los transeúntes que atinaban a entrar desconociendo el modus operandi de este raro club que segrega por portación de cara. Así es como aparece el vampiro junto a la vampiresa de turno, pidiendo paso, saluda al burro cual amigo de la vida, e ingresan por la puerta grande, claro, sin abrir las alas, digo arcas.

Otro raro producto de la noche se asoma entre tantas especies; el dueño del circo, que viene a controlar que todo ande de manera “normal”, es decir, el ganado afuera, la billetera adentro. Bajando un escalón mas en el escalafón de la noche, nos encontramos con los comúnmente llamados pi-ars, provincianos o extranjeros en su mayoría, que cruzan de vereda cambiando diversión por trabajo. Estos personajes se dan cita bajo un mismo denominador, arrear el ganado a su matadero cueste-lo-que-cueste.

Allí se premia la entrada codeándose con los actores juveniles de turno, bellas figuras vacías,  y ojos a la caza de un contacto correspondido. No se habla de literatura ni arte, es vox populi que las trivialidades mas fútiles se hacen presentes como tema redundante en esta juventud cada vez mas lejos del futuro y mas cerca del pasado.

Fue así como saludé al burro cual amigo de la vida, y me volví uno mas en este escenario de flores que crecen y marchitan en esas efímeras horas de la oscuridad.

2 comentarios:

  1. Este libro me marco la indefectible verdad de que la defensa del honor es una idea long lost and forgotten...

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  2. Que extraño formar parte de un mundo que uno muchas veces siente tan ajeno. La presencia es innegable, con puntualidad inglesa. El verbo se hace carne, bailan las luces alrededor y uno por momentos entiende...
    A mi a veces me da supremo asco.

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